Luna apareció un día frente a una tienda, flaca, temblando, y con la mirada apagada. Cada vez que alguien pasaba, se encogía del miedo. No maullaba. No pedía comida. Solo se quedaba ahí, como si esperara algo… o a alguien.
La rescatamos con heridas en su cuerpo y el alma rota. Pero poco a poco, Luna volvió a confiar. Empezó a mover la cola. A dormir tranquila. A soñar.
Hoy, cuando por fin tenía una nueva vida, una infección en su sangre la está apagando de nuevo. Está débil, con fiebre, y necesita un tratamiento urgente para sobrevivir.
Pero Luna no se rinde. Nos mira como si supiera que esta vez no la vamos a dejar sola.
Ayúdanos a cumplirle la promesa de nunca más sufrir.
Tu ayuda puede salvar a Luna.
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